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NARCO, PODER, CORONAVIRUS Y GARCÍA HARFUCH



A los que se imponen no les importa la pandemia de coronavirus. Están por encima de las pestes, como en los albores del Renacimiento italiano la familia Medicis estuvo por encima de la Peste Negra. E, incluso, aprovecharon la mortandad, para sobrepujar a otros clanes florentinos de poder y dinero.


Los narcos y sus sicarios son aquellos de la masa (muchas veces no) despreciados por todos, que no se resignaron a esta condición. Toman las armas, matan, torturan y así se apropian, violentamente, de las delicias de la carne, el vino, las mujeres, la buena ropa, los buenos coches, los lujos que les negaban. No son diferentes de los bárbaros del norte de Europa que entre el año trescientos y cuatrocientos de Nuestra Era destruyeron el Imperio Romano. Más tarde sus descendientes construyeron universidades y fomentaron las artes. Así harán también algunos descendientes de los grandes capos de la mafia mexicana que logren sobrevivir.


Demostraron fuerza al atentar contra el Secretario de Seguridad Ciudadana.


Vuelvo a lo que sucedió el 26 de junio, en Prado Norte y Paseo de la Reforma, barrio de clase alta, Lomas de Chapultepec.


Un poco más de las cuatro de la madrugada los videos de las cámaras de una gasolinera cercana captan varios vehículos que antes no frecuentaban la zona. Uno de ellos es un camión de carga que en sus puertas tiene el logotipo de GRUPO CARSO de Carlos Slim.


Más tarde… Por Reforma avanza la camioneta del Secretario de Seguridad Ciudadana Omar Hamid García Harfuch. El cielo está teñido de ese azul frío y desolador que es el preludio de la mañana.

¿Quién es él? Todo habla bien de García Harfuch, nueva versión de guerrero hispano árabe en pleno Siglo XXI. Es joven, es apuesto y tiene fama de valiente. Es hijo de María Sorté, una bella mujer, icono de películas del cine oro mexicano y protagonista de varias telenovelas que calaron hondamente en el pueblo.


La elegancia está en él, pero en sus venas circula sangre de batallas.

Sin duda, procede de una familia con amplia tradición en esta área. Su padre, Javier García Paniagua, fue titular a finales de los 70 de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad.


Su abuelo, Marcelino García Barragán, fue secretario de Defensa a finales de la década de los 60, cuando se registró la masacre de Tlatelolco contra estudiantes y civiles por parte de militares y policías en 1968.


Tlatelolco, célebre por la masacre de estudiantes en 1968. Es probable que el abuelo de este héroe tuviera algo que ver con la matanza.


Pero el Secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, una de las más grandes del mundo, un país en sí mismo, no necesita apelar a sus ancestros para legitimarse.

García Harfuch tiene una brillante carrera como policía. Hasta ahora…

Antes de estar al frente de la seguridad de la capital mexicana, fue titular de la Agencia de Investigación Criminal de la ahora Fiscalía General de la República, en la que dirigió capturas de importantes narcotraficantes.


Una de ellas fue la de Dámaso López, el Licenciado, quien era considerado uno de los hombres fuertes del cartel de Sinaloa tras la captura del Chapo Guzmán en 2017.


García Harfuch gestionó el operativo que acabó con la detención de Dámaso López, el Licenciado, en 2017.


También lideró importantes operaciones contra la estructura financiera del Cartel Jalisco Nueva Generación, como el arresto de Raúl Flores, alias el Tío, y que era requerido por Estados Unidos.

Además, encabezó los operativos de captura de líderes de organizaciones criminales que operan en Ciudad de México como la Unión Tepito y la Anti-Unión. Es decir, es un matador de narcos. No se lo iban a perdonar.


Su trabajo le hizo conseguir reconocimientos oficiales, como el premio a la Cooperación Internacional del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. en 2018.

Eso es lo que se sabe del hombre que ayer 26 de junio, aproximadamente a las seis treinta de la madrugada, avanzaba en una camioneta negra por Prado Norte. Como todo hombre de acción y de triunfos, sus actividades empiezan muy temprano.

En los videos se pueden apreciar los vehículos empleados por los atacantes y también la camioneta negra en la que avanza García Harfuch.

Luego se aprecia la parte baja de varios coches, ruido de balazos y de ráfagas, gritos de hombre.

Esa parte no puede ser de las cámaras de seguridad. Alguien estaba tirado en el suelo, grabando. Me pregunto, como todo viejo reportero, acostumbrado a dudar: ¿Quién, en medio de una balacera, puede tener la ocurrencia de prender un celular y grabar? No lo sé, y quizás nunca lo sepa. Ahora soy un reportero retirado.

El camión de carga camuflado como de Grupo Carso circuló varias veces por Sierra Madre, Reforma y otras calles aledañas. Inspeccionaban el terreno. Se ve a varios hombres, por los menos veinte, que bajan, con chalecos que brillan, y conversan entre ellos.

Otra vez el viejo reportero que soy vuelve a dudar. Cuando yo cubría crímenes, allá, entre los años 1996 y 2000 en la Ciudad de México, supe, que un comandante de la policía nunca se desplaza si antes el terreno no está cubierto y explorado por otros miembros armados de la corporación. Mucho menos lo haría el jefe de todos los policías de la ciudad.

Algunos han dicho que fue un montaje. De López Obrador y su gobierno o de la oposición que intenta desestabilizar al presidente actual. Dar por hecho una suposición, aunque haya incongruencias que la sustentarían, es el mayor pecado del periodismo. No lo haré. Hasta ahora no hay pruebas.

Cuando ya estaba cerca, los sicarios atacaron a García Harfuch con granadas, fusiles de asaltos y de alto poder, entre ellos un Barret. El fusil Barrett ha sido esporádicamente empleado en guerra por los Estados Unidos. Es principalmente usado para detonar artefactos explosivos a distancia, siendo demasiado grande, pesado e incómodo de emplear en un combate real. A pesar de esa incomodidad que le acreditan los expertos militares, los medios de comunicación aseguraron que era parte del arsenal de los atacantes.

El Secretario de Seguridad venía por Reforma. A las 6.35 A.M., en la intercesión con Prado Norte, intentaron matarlo.

En el video publicado por Televisa se escucha la voz de los policías pidiendo ayuda a la base. Sus voces, a veces un poco confusas, están subtituladas. Esto, probablemente, no es un montaje. Desde hace décadas los medios de comunicación intervienen la señal de las corporaciones policiacas para saber a dónde moverse en caso de noticias importantes.


Es un delito, pero se hace. Y todos los que estamos o hemos estado en los medios, lo sabemos.

Han detenido a varios sujetos acusados de perpetrar este atentado en el que García Harfuch salvó su vida. El atentado lo atribuyen al Cartel Jalisco Nueva Generación. No lo sabemos a ciencia cierta.

Lo que se desprende de esto es que a los que tienen el poder les importa un carajo el coronavirus. Las armas son su bandera y su protección. Las armas los legitiman hoy, como también lo hicieron en el pasado.

Hasta el Siglo XIX la educación de un hombre occidental incluía saber manejar armas. Hoy se suprimen las escopetas y espadas de los juegos de los niños y niñas. Se necesitan hombres y mujeres que no sepan defenderse, menos atacar. Ah, pero los dominantes si aprenden a usar armas desde chicos y chicas. Los violentos siguen apoderándose de la tierra.


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